Era una noche de invierno, hacia frío, y yo como siempre, me hallaba cómodamente en el sillón de mi casa. De vez en cuando, me daba algún que otro escalofrío, por culpa de la soledad y del miedo que me rodeaban. Observaba, atemorizada, una película de terror que daban por televisión. No sabia exactamente por qué estaba viendo esa película, tal vez por el simple hecho de tener interés o, muy probablemente, porque en haloween, hoy, solo echan películas de ese tipo. De pronto, sonó el timbre, yo salte rápidamente del sillón, y, guiada por el instinto, me escondí tras un mueble. Seguidamente abrí la puerta. Era una figura alta y robusta, con el pelo largo y rizado. Era un hombre de mirada inquietante, nariz torcida, y, si se me permite, una gran barriga. Me quede inmóvil.
Él, sin previo aviso, me tiró hacia un lado, y entró sin el consentimiento de nadie. Después habló:
-Tenemos que partir- Me exigió
-¿Quién sois? ¿Que queréis de mi?-Le pregunte asustada
-Venid conmigo, y os lo contaré todo- Me comentó.
Partimos en un barco, de físico extraño para mí, este era viejo y muy tenebroso. A cada paso que daba, el suelo crujía cada vez con mas intensidad, y yo, al lado de ese extraño hombre, temía mas de que eso no fuera un sueño, si no que fuera real. De pronto vi a un fénix sobrevolar el barco, el hombre me tiró al suelo:
-¡Cuidado! Seguramente sea un espía.-Me advirtió él.
-¡O no! ¡Vuelve hacia aquí!-Chillé yo atemorizada.
De pronto…
-¡Ah!-Exclamé.
Me di cuenta de que todo fue una espantosa pesadilla, de esas que se tienen el día de Halloween, y me dije:
“NUNCA MAS VERÉ PELÍCULAS DE TERROR”
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